El desarrollo de la manufactura papelera catalana y española durante el siglo XVIII tiene en Capellades y en los pueblos cercanos uno de sus mejores ejemplos. Paralelamente al incremento de la demanda de papel del Real Sello y de encigarrar se iban multiplicando las tinas. Así, en la comarca de la Anoia se pasó de los 14 molinos de 1728 a los cerca de 50 de 1800. Como resultado de este crecimiento papelero, fueron apareciendo una serie de servicios auxiliares (carpinteros, herreros, cerrajeros, etc.). Al mismo tiempo, la existencia de estos servicios alimentó el desarrollo papelero. Eran, por lo tanto, dos variables que se enriquecían mutuamente.

Buena parte de la expansión de la capacidad productiva se basó en la introducción de la pila holandesa, instrumento que se empezó a difundir por la zona papelera de la comarca de la Anoia bien entrado el siglo XIX. El nuevo mecanismo de trituración del trapo, junto con el número creciente de tinas productivas, fue una gran oportunidad para consolidar estos sectores auxiliares de la fabricación de papel. En este marco de nuevas oportunidades hizo su aparición el taller de Isidre Soteras Figueras en 1860.

Actualmente, Tallers Soteras, SL es una empresa constructora de maquinaria para la industria del papel, entre otros sectores, y cuenta con unas instalaciones y un equipo humano capaz de asumir proyectos de fabricación, reformas y modificaciones de maquinaria.